ACERCA DE NOSOTROS

Nuestra Historia: Más que Pizza, una Tradición Familiar

Nona es más que una pizzería; es el calor de un hogar y el sabor de una historia que se ha cocinado a fuego lento, generación tras generación. Nuestra raíz está en una familia donde la cocina siempre fue el centro de todo: en las recetas de la mamá y las tías, que mezclaban con maestría la herencia europea y los sabores de nuestra tierra, y en el espíritu emprendedor de un padre que, hace más de 40 años, creó una receta de empanadas que hoy sigue siendo legendaria.

La vida, como la mejor de las masas, tiene sus giros inesperados. Una crisis económica nos llevó de fabricar calzado a refugiarnos en nuestra finca, un santuario donde replanteamos nuestro futuro. Fue allí, en medio de la pandemia, donde Nona encontró su verdadera alma. Para ayudar a un vecino agricultor a no perder su cosecha de tomate, recurrimos a un antiguo secreto familiar: las conservas. Empezamos a crear passatas y salsas, transformando la necesidad en una oportunidad y redescubriendo nuestra pasión por darle valor a los ingredientes más puros.
Esa misma salsa, nacida de un acto de resiliencia y comunidad, es hoy el corazón de nuestra pizza artesanal en Villeta. A esa base le sumamos una filosofía de excelencia: una masa madre fermentada lentamente por 36 horas que la hace ligera y llena de sabor; los mejores ingredientes, muchos de ellos de agricultores y ganaderos de la región; y el toque mágico de nuestro horno de leña, que con su calor intenso y su aroma inconfundible, crea una pizza crocante y con un carácter único.
Cada pizza que servimos es el resultado de un viaje: la experiencia de años en pizzerías de Estados Unidos, la precisión de un ingeniero industrial obsesionado con la perfección de los procesos, y sobre todo, la convicción de que la pizza es un pretexto para compartir. Porque alrededor de una pizza siempre hay amigos, familia y momentos que se vuelven inolvidables.
Te invitamos a tomar asiento, a sentir el calor del horno y a probar una pizza que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma. Bienvenido a Nona, bienvenido a casa.